Rocio de La Vid, un vino que guarda la memoria y la conciencia

Hay recuerdos que se quedan grabados no solo en la mente, sino también en la piel y el paladar y precisamente el nombre de este vino es uno de recuerdos más maravilloso de mi infancia, cuando recorría la viña en las primeras horas de la madrugada y probaba las uvas frescas y heladas por el rocío que envolvía las parras y el sentir esas gotas de rocío en las uvas en mi paladar era una sensación única, fresca y pura, sensación que cuando somos niños todo se nos presenta de forma novedosa e intensa. Este vino nace de esas parras, que son centenarias, de una pequeña viña de no más de 1 hectárea, descansó en acero durante un año, en quietud y silencio, permitiendo que el tiempo hiciera su parte. Se afinó sin apuros, sin artificios, permitiendo que su carácter se expresara con honestidad. Es un vino que aprendió a hablar más bajo, pero con más verdad. En sus notas rústicas, en su frescura contenida, y en su amargor final que recuerda la tierra y el paso del tiempo, hay sabiduría y...